La guerra en Siria, sin visos de un final próximo, hace crecer la violencia sectaria en su vecino del sur, el Líbano, donde los enfrentamientos entre partidarios y detractores del régimen de Bashar Al-Assad amenazan con romper la frágil estabilidad del país del cedro.
Cinco tiros en la nuca, así se saldó el penúltimo episodio violento en Líbano el pasado 3 de diciembre, con ellos unos extremistas suníes asesinaron al jefe militar de Hizbulá, Hasan Hulo Al-Laquis, para vengar el apoyo que este partido-milicia brinda al régimen sirio de Al-Assad en la guerra civil.
Un conflicto tan enrevesado el de Siria como lo es la realidad del Líbano, un país mosaico de etnias y confesiones religiosas que en 2006 consiguió asentarse políticamente tras una cruenta guerra civil pero al que el conflicto sirio amenaza con quebrar su ya de por sí débil estabilidad.
Como una representación a pequeña escala de lo que ocurre en el resto de Oriente Próximo, las tensiones entre suníes y chiíes –más sus diferentes sectas- se van incrementado hasta el punto de que el gobierno libanés tuvo que decretar este dos de diciembre la puesta bajo control militar de la ciudad de Trípoli, al norte del país, para evitar más ataques sectarios por un periodo de al menos seis meses.
La alarma está justificada si se comprueba el saldo de muertes en unas pocas semanas. El pasado 19 de noviembre 23 personas murieron en un doble atentado contra la Embajada de Irán –aliado de Al-Assad en Siria- en Beirut, entre las que se encontraba el agregado cultural de la misma, Ibrahim el Ansari. En la primera semana de ese mismo mes los choques entre suníes y alauíes –secta a la que pertenece Al-Assad- se saldaron con 16 muertos en Trípoli.
La República Libanesa se ha convertido pues en una reproducción a pequeña escala de los enfrentamientos sectarios en Siria, en los que entran en juego también Estados como Irán e Israel y organizaciones terroristas como Al-Qaeda, por lo que el Gobierno del otrora país pujante de Oriente Próximo teme el peligro de contagio total, lo cual tendría consecuencias impredecibles en toda la región.
Los refugiados
A los choques violentos entre sectas, al Gobierno de Beirut se le une la incapacidad de dar unas condiciones de vida digna al ingente número de refugiados sirios que están desembarcando dentro de sus fronteras.
A día de hoy, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), hay un total de 835.735 sirios que han huido de la guerra en su hogar hacia el Líbano, un goteo incesante de familias que probablemente hará que a finales de año se cumpla el pronóstico de un millón de refugiados calculado por las Naciones Unidas en un país como el Líbano, que tiene poco más de cuatro millones de habitantes.
Organizaciones como Intermón Oxfam denuncian la precariedad en la que malviven estas familias. La mayoría de ellas han pasado de tener una vida digna e incluso acomodada en Siria a tener que mendigar o vivir de la caridad en Líbano.
Un país que en muchos casos los mira con recelo y que aún con voluntad no cuenta con los medios logísticos y económicos necesarios para atenderlos por sí solos.
Ni los sirios ni los libaneses podrían imaginar hace sólo unos cinco años, cuando vivían en países más o menos estables, la situación en la que se encontrarían a días de hoy, unos combatiendo, otros huyendo pero la mayoría malviviendo hasta que se consiga parar el fuego que se aviva en Siria y que amenaza con convertir en un infierno a toda la región.
Para saber más sobre Líbano:
http://www.bbc.co.uk/news/world-middle-east-14647308
http://www.dawlati.gov.lb/en/home
Datos sobre refugiados sirios en Líbano:
https://data.unhcr.org/syrianrefugees/country.php?id=122
http://www.unhcr.org/cgi-bin/texis/vtx/page?page=49e486676
[…] el lanzamiento de 25 cohetes en la zona de las granjas de Shebaa, área fronteriza disputada entre Siria, Líbano e […]