Argentina asumirá la presidencia pro-témpore de Mercosur el próximo 31 de enero, en el año en que se espera que cristalice un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y los países del bloque, integrado además por Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, saluda a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Fuente: Wikimedia Commons
Desde la Unión Europea, Argentina es vista como el país que más trabas está poniendo a la negociación de un pacto comercial, que arrancó hacia 1999, pero que ha sufrido sucesivos retrasos y bloqueos.
El último de ellos, un aplazamiento solicitado por las autoridades europeas a finales de 2013, llevó a Argentina a expresar su “preocupación” por “la postergación unilateral por parte de la UE de la presentación de las ofertas“, según indicó la Cancillería del país en un comunicado.
La concreción del acuerdo es uno de los objetivos clave de Mercosur, que en la próxima cumbre escenificará la reconciliación entre Venezuela y Paraguay.
Ambos países protagonizaban un conflicto enquistado, después de que Paraguay negase el ingreso de Venezuela en Mercosur, y fuese posteriormente suspendido del bloque tras la destitución del hasta entonces presidente paraguayo Fernando Lugo.
Finalmente, el pasado mes de diciembre, la Cámara de Diputados de Paraguay admitió la incorporación de Venezuela a Mercosur, bajo el mandato del actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.
Sin embargo, las tensiones entre los diferentes países miembros del bloque están lejos de disolverse, y precisamente Argentina, que deberá liderar la alianza, es protagonista en algunos de ellos.
Así, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner mantiene un enfrentamiento con el ejecutivo paraguayo por la represa de Yacyretá, que comparten ambos países y que suministra un 20% del total de las necesidades energéticas argentinas.
Además, Argentina sostiene una disputa con el vecino Uruguay por la ubicación de las plantas productoras de papel de la empresa finlandesa UPM, situadas en la frontera común entre ambos países.

Cristina Fernández y su homólogo uruguayo, José Mujica, firman un tratado de monitoreo del río Uruguay, donde se ubica la planta de UPM. Fuente: Wikimedia Commons
El conflicto, que ya fue presentado ante el tribunal de La Haya en 2010, se reabrió el pasado mes de octubre, después de que el presidente uruguayo, José Mujica, autorizase un aumento de la producción de la papelera UPM, que fue rechazado por Argentina debido a la contaminación que podría producir.
Pocas semanas más tarde, Argentina aprobó una restricción para las maniobras de sus barcos en el puerto de Montevideo, la capital uruguaya, una medida que fue criticada por Mujica, que aseguró entonces que las decisiones unilaterales argentinas “hacen añicos el Mercosur”.
La repentina intervención quirúrgica a la que tuvo que someterse Cristina Fernández para que le fuese extraído un coágulo en el cráneo interrumpió el cruce de acusaciones y amenazas entre ambos países.
Precisamente el estado de salud de la presidenta argentina se baraja como una de las causas del aplazamiento de la cumbre de Mercosur, que estaba prevista para el 17 de enero.
Cuando finalmente tome las riendas del bloque, Argentina deberá ser capaz de aparcar sus rencillas vecinales y dirigir el avance de Mercosur hacia el intercambio con Europa.